Tras el procesamiento de un empresario de Punta del Este y dos integrantes de una red de explotación sexual de menores, la justicia penal busca más involucrados.

Una de las menores apuntó al celular de "El Cata", el delincuente que estaba al frente de la organización. “Tiene muchos números de milicos y viejos que lo llaman”, dijo una de las indagadas al juez Javier Gandini. También se intenta develar la responsabilidad de los padres de esas siete menores. Las actuaciones permitieron establecer que algunos -un padre y una madre- han cobrado parte de los giros del hotelero procesado, informa El País.

Uno de los aspectos más llamativos del caso es la relación de complicidad entre un exitoso empresario con un proxeneta periférico de Cerro Largo. En los últimos 40 años, el empresario J.M, de 75 años mantuvo un bajísimo perfil. Pero tanto él como su familia han sido animadores de primer nivel en las temporadas puntaesteñas.

Durante todo este tiempo ha tenido un singular éxito en el mundo de los negocios. Sus emprendimientos cuentan con muchas distinciones internacionales. Entre sus amistades se encuentran encumbrados personajes uruguayos, argentinos y de otras nacionalidades que han residido o comen en su establecimiento de la Barra de Maldonado.

Él y su esposa -una reconocida chef- son de esas parejas cuya sola mención remite a los momentos más glamorosos y tradicionales de la península. Ocasionalmente era posible ver J.M. en las páginas sociales en elegantes locaciones, rodeado de amigos y familia.

Cuando la investigación policial se inició a principios de 2013, sorprendió a todos que el nombre de este empresario apareciera en las listas de posibles usuarios de los “servicios” ofrecidos por "El Cata", un oscuro proxeneta de Cerro Largo.

El trabajo de "El Cata" consistía en reclutar adolescentes en Feder, El Trampolín, Collazo y Mendoza, los barrios pobres de su ciudad, Melo. Se acercaba a ellas a través de amigos comunes. Les ofrecía dinero, regalos y comida aprovechando que eran desatendidas por sus familias. A cambio, primero les pedía sexo. Luego les ofrecía algo más. Ese algo más consistía en encuentros con “amigos” de distintos lados. Por cada encuentro cobraban unos 300 pesos.

"El Cata" dejaba las puertas de su casa abiertas de par en par. Así, las menores podían ir y quedarse cuando quisieran. Podían dormir y comer allí cuando lo necesitaran. Y también podían pedirle regalos. Muchas de las chicas contaron al juez que "El Cata" tenía relaciones con casi todas, aunque las dejaba tener “novio” si ellas preferían eso. En la misma casa habitaba un primo del proxeneta que también cumplía funciones en la red como intermediario.

La relación con J.M, fue detectada en mayo de 2013. Según declaró el proxeneta, eran conocidos de antes. El empresario le pidió por teléfono si podía enviarle alguna “amiga” a Punta del Este. Él se haría cargo de todo: pasajes, estadía, comida y regalos.

Cuando llegó la primera menor, de 15 años, la llevó a un shopping: le compró campera, championes y un celular. Luego la llevó a un restaurante y más tarde a una casa de la Barra de Maldonado donde tuvo relaciones sexuales con ella. Al otro día, la adolescente volvió a Melo.

Desde entonces, comenzó la “sociedad” entre JM y "El Cata", dos hombres aparentemente en puntas diferentes de la sociedad uruguaya. La historia los unió en más de un sentido, porque ambos resultaron procesados -junto a un cómplice- por ser parte de la red de explotación sexual de menores.

El viernes, la propia ministra de Turismo Liliam Kechichián llegó a Punta del Este y contó que unos meses atrás el gobierno había pedido compromiso a los operadores del balneario contra la explotación de menores de edad. Pero para entonces J.M. ya estaba en la mira de la Policía hace rato. Durante meses, envió giros de dinero a Melo a nombre de "El Cata". Esos envíos eran por “montos importantes”, según el auto de procesamiento, aunque no se revelan las cantidades.

La reiteración de envíos puso a JM en peligro de ser descubierto. Como las redes de pago le pedían una justificación de esos envíos, comenzó a hacer la gestión a través de una tercera persona para no despertar sospechas. Ya era demasiado tarde.

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